JUEVES SANTO
El Triduo Pascual comienza con la Misa vespertina de la CENA DEL SEÑOR, alcanza su cima en la Vigilia Pascual y se cierra
con las vísperas del Domingo de Pascua.
Jesús quiso
anticipar, sacramentalmente, en la Santa Cena, su entrega en la cruz, con los
signos del pan y del vino. En el Pan partido y en el Vino compartido, quiso
Jesús hacernos entrega de su persona, de su Pascua.
La iglesia, al
igual que Cristo, inicia el Tríduo Pascual con la celebración de la Eucaristía
del Jueves Santo. Diríamos que esta Eucaristía es la inauguración del Triduo
Pascual, su introducción o prólogo.
La Eucaristía
del Jueves Santo no tendríamos que considerarla como una celebración
“autónoma”, en el sentido de “el día de la Caridad fraterna”, el día de la
Eucaristía” o “el día del Orden sacerdotal”. Todos esos aspectos guardan una
relación muy estrecha con la Muerte y Resurrección de Cristo, que es la fuente
de donde dimanan.
Como, muy bien se dice en la oración de este
día “celebramos aquella misma memorable Cena en que tu Hijo, antes de
entregarse a la muerte, confió a la Iglesia el banquete de su amor… La
Eucaristía es, por tanto, la celebración de la Alianza que Jesús selló en la
cruz, el “banquete de su amor, el sacrificio de la Alianza eterna”.
En la Eucaristía de esta tarde celebramos la “CENA DEL SEÑOR”, el Memorial de su “entrega a la
muerte” por AMOR a la humanidad.
La Eucaristía
del Jueves Santo tiene, pues, una relación muy clara con la Muerte y Resurrección del Señor. Es
como una profecía de la Pascua. Su celebración es Sacramental. Introduce una
celebración que culminará en la VIGILIA
PASCUAL, la principal de todo el año.
JESÚS llevó a su
plenitud la Pascua judía. En el momento culminante
de la Cena se dirigió a sus Apóstoles y les dijo: “este PAN” ya no será para
vosotros el signo de la salida de Egipto, el paso de la esclavitud a la
libertad, SINO que “este PAN es mi
CUERPO” que se entrega a la muerte por vosotros.
Y esta COPA DE VINO no será ya para vosotros el Memorial de la
alianza del Sinaí, sino que “esta COPA
DE VINO es mi SANGRE”, la de la Nueva y Eterna Alianza que será derramada
por vosotros. Jesús instituye la Eucaristía y el Sacerdocio al mandar a sus
Apóstoles que hagan su Memorial: “Haced
esto en memoria mía”.
En la Iglesia primitiva, el
jueves por la mañana, el Obispo, junto con toda la Asamblea, acogía a los
penitentes públicos que durante la Cuaresma se habían ejercitado en las
prácticas de penitencia. Una vez reconciliados se incorporaban a la Iglesia
para celebrar la Pascua del Señor.
En la liturgia del Jueves se canta, tras la ceremonia del lavado de los pies, lo siguiente: "Sión Yo, el Maestro y el Señor, os he lavado los pies cuánto más vosotros debéis lavaros los pies unos a otros. Oid esto todas las naciones, escuchadlo habitantes del Orbe".
ResponderEliminarMuchas gracias Miguel por tu acertado comentario. Un fuerte abrazo.
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