EL ORIGEN DEL
UNIVERSO
Compartimos en nuestro Blog el llamado “argumento cosmológico” que nos ayuda a conocer la existencia de un Dios Creador del Universo usando nuestro propio razonamiento para, por medio de él, llegar a una de las verdades que recoge la Biblia. El esquema a seguir será el siguiente:
Premisa 1: Todo lo que comienza a
existir tiene una causa;
Premisa 2: El universo comenzó a existir;
Conclusión: El universo tiene una
causa.
1.- TODO LO QUE COMIENZA A EXISTIR TIENE UNA CAUSA: La experiencia nos enseña que nada puede nacer de la nada, sino que todo lo que ha comenzado a existir tiene una causa fuera de sí mismo. No existe una pintura sin un artista, ni un edificio sin un arquitecto. De igual modo, si vamos por el desierto y encontramos un avión nunca pensaríamos que ha surgido de la nada, sino que alguien lo ha hecho.
2.- EL UNIVERSO COMENZÓ A EXISTIR: Hasta el siglo XIX los científicos pensaron que el universo era eterno y que siempre había existido. Sin embargo, en 1931, el cosmólogo y sacerdote belga George Lemaitre, basándose en los descubrimientos de Albert Einstein, propuso la llamada teoría del “Big Bang”, que venía a decir que el universo no era eterno, sino que había tenido un principio: todo estaba condensado en un punto y, a raíz de una gran explosión, se fue expandiendo dando origen a las estrellas, galaxias y planetas. Pronto las pruebas confirmarían su hipótesis:
El astrónomo Edwin Hubble había descubierto en 1927 que las galaxias estaban alejándose cada vez más de nosotros. Esto demostraba que el universo está en expansión. Con lo cual no pudo haber sido eterno, pues de lo contrario ya no estaría en movimiento. Sucede igual que cuando se derrama un vaso de agua sobre un cristal: al principio el agua se expande a gran velocidad, pero luego, cada vez se mueve más despacio hasta quedarse quieta.
Además, están las leyes
de la termodinámica: La segunda ley de la termodinámica dice que el universo se está quedando sin energía utilizable, con lo que llegará un día en que el universo morirá.
Y la primera ley de la termodinámica dice que la energía del universo no se
renueva, sino que una vez usada desaparece. Sucede igual que con el combustible
de un coche, cuando se gasta hay que buscar más, porque desaparece al ser
utilizado. Así, al ver que el sol brilla, sabemos que es debido a que está
usando una gran cantidad de energía. Pero llegará un momento en que su
combustible se agotará, dejará de brillar y morirá. Y lo mismo sucede con las
demás estrellas. Por lo que si vemos estrellar brillar es señal de que el mundo
no es eterno, pues de lo contrario ya se habrían apagado todas. Si el universo
hubiese sido eterno ya hace tiempo que habría agotado toda su energía
utilizable.
Finalmente, si el
universo está en expansión y está enfriándose, eso quiere decir que antes era
más pequeño, condensado y enormemente caliente, conteniendo altas temperaturas.
¿Cómo sabemos que esto es así? Si voy por el campo, ¿cómo sé que alguien ha hecho
una hoguera? Si veo las cenizas todavía calientes. Pues en el universo también
podemos encontrar las cenizas y el calor de esa gran hoguera primitiva. En 1965
Arno Penzias y Robert Wilson descubrieron la radiación
de fondo de microondas que llena todo el universo como
consecuencia de aquella gran explosión.
3.- EL UNIVERSO TIENE UNA CAUSA: Con lo cual, si todo lo que comienza a existir tiene una causa; y el universo comenzó a existir, éste tiene que tener también una causa. Ahora bien, dado que el universo es el conjunto de la materia, tiempo y espacio (y estos comenzaron a existir), lo que originó el universo tiene que estar fuera del tiempo, fuera de la materia y fuera del espacio. Por lo tanto, la causa del universo ha de ser inmaterial, atemporal y aespacial. Además de esto, lo que causó el universo también tiene que ser enormemente poderoso, puesto que fue capaz de producir esa gran explosión de energía que dio origen a toda la materia. Y, precisamente, estas características son las que normalmente atribuimos a lo que comúnmente suele llamarse “Dios”.
De
este modo, sin usar la Biblia, sino solamente los descubrimientos científicos,
comprobamos que lo que dice la Biblia es verdad: Que el universo no era eterno
sino que tuvo un principio: “En el principio creó Dios los cielos y la
tierra” (Gn. 1,1). En palabras de George Smoot, físico y astrónomo: “No hay
duda que existe un paralelo entre el Big Bang como un evento y la noción
cristiana de la creación de la nada”. Y el físico y premio Nobel Robert Wilson
dijo: “No puedo pensar una mejor teoría del origen del universo que la
consistente con el Génesis”.
Al llegar a este punto algunos suelen preguntarse: “Si el universo fue creado por Dios, entonces ¿quién creó a Dios?” La pregunta entra dentro de las preguntas que no tienen sentido. Igual que es absurdo preguntarse “¿A qué huele el color blanco” o “¿Los plátanos son ateos?”; es un sinsentido preguntarse “¿Quién creó a Dios?” porque la definición de Dios es “Ser eterno creador del universo”. Y “¿Por qué Dios no tiene causa?” Y es que ésta es su definición: “Ser eterno creador del universo”. Sería lo mismo que preguntarse “¿Por qué los cíclopes tienen un ojo?” La razón es porque está en su definición, ya que si tuviera dos ojos ya no sería un cíclope. De la misma manera, si Dios tuviese una causa, ya no sería Dios. Y, además, la causalidad entra dentro de las leyes de la física, y Dios está fuera de esas leyes, pues existe antes de que existiera la materia y, por tanto, sus leyes. Por ejemplo, si alguien hace un muñequito de plastilina y palitos, esa persona no se rige por las leyes de la plastilina y los palitos, puesto que él está fuera de ese ámbito. Es decir, Dios no comenzó a existir, sino que “es”, siempre estuvo ahí y siempre estará, y no tiene ni principio ni fin. Para entender esto un poco vemos que hay cosas que tampoco tienen principio ni fin. Por ejemplo, los números: ¿Cuál es el último? No podemos responder porque son infinitos. Y ¿cuál es el primero? Alguno dirá que el 1 o el 0, pero tampoco, porque también existen el -1, -2, -3, -4… y así hasta el infinito.
P. José Manuel Granados Rivera, Prior de la Comunidad Carmelita de Sevilla
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