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  1. Efectivamente en muy diversas circunstancias se celebran cultos en homenaje a ciertos personajes bíblicos o históricos contemporáneos, como son los personajes a los que se les atribuye la santidad. Profundizando en esta costumbre, antigua por demás, que se realizaba en las culturas griega y romana, con un objetivo principal, como el conseguir favores personales, familiares o éxitos bélicos, para lo que a cada necesidad se le asignaba un personaje, real o imaginado. Recuerden la mitología griega y romana, ubicándolos en su templo correspondiente a donde se iba, y se va, a rendirle culto y, sobre todo, a PEDIRLE favores personales o familiares, principalmente. Y así seguimos. Hemos cambiado poco. Los griegos iban a pedirle a Apolo, los judíos a Yahve, y los musulmanes a Alá. Y los católicos a un sin fin de personajes. Por no hablar de las peticiones que se realizan, sobre todo , a nivel de salud y enfermedades, peregrinaciones incluidas, o para conseguir trabajo. Parto de la base de que los símbolos o personajes bíblicos no están para alabarlos, sino para imitar a los buenos y rechazar a los malos. Por ejemplo Herodes, o el posadero que negó cobijo a la pareja de José y María. E imitar, sobre todo a Jesús y a todos los que escuchan su palabra y la ponen en práctica, como muy bien describe su discípulo Pedro cuando lo definió con la frase: "pasó por la vida haciendo el bien", y Él mismo subrayó cuando se alzó una voz entre la multitud y profirió un piropo a su madre. Él, sorpresivamente replicó: Más bienaventurados son los que escuchan mi palabra y la cumplen"". Y, en otra ocasión ella misma , cuando le pidieron un favor, les dijo: "haced lo que Él os diga". Sorprende que a pesar de esas enseñanzas olvidemos las enseñanzas del maestro y vayamos por la vida pidiendo y pidiendo. Y se nos olvida el mensaje fundamental de Jesús: dar y dar a quien lo necesite, sin pedir nada a a cambio. Eso sí, la figura de María nos dio un ejemplo muy claro: la generosidad y disponibilidad a la petición que se le hizo de colaborar para dar a luz lo bueno, simbolizado en Jesús. Todos podemos ser igual que Ella cada vez que nos pidan una colaboración o ayuda, por pequeña que sea. Y por esa actitud, nos llamarán bienaventurados todas las generaciones (Luc. 1,39-56). No se trata de ir tras ella en procesiones, sino de que nosotros merezcamos ese mismo honor, o más. Ser devotos es conseguir subir a un paso por la actitud diaria que mantenemos frente al necesitado. Nada más....y nada menos. Nos alabarían coma a Ella? Ese es el reto: ir por la vida haciendo el bien (Hechos 10, 38) Que merezcamos pronto el elogio de su Hijo (Lucas 11, 28)

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    1. Muchas gracias, Miguel, por tus colaboraciones en el Blog.
      Estoy de acuerdo, con todo lo que dices sobre la vivencia religiosa de las personas en las distintas Religiones.
      En general, el creyente trata de sacar partido, en provecho propio, de sus vivencias religiosas.
      En cambio, Jesús, no se cansa de fijarse en el trato egoísta que solemos tener, muchas veces, con respecto a nuestro prójimo. Esto lo entendió muy bien, la madre de Jesús cuando dijo: “haced lo que él os diga”.
      Las palabras de Jesús y de María nos educan continuamente sobre las actitudes que debemos tener para con nuestro prójimo.
      Nuestro prójimo es el termómetro que nos dice cual será el resultado de nuestra recompensa final.
      El Rey les dirá: “En verdad os digo que cuanto hicisteis a uno de estos hermanos míos más pequeños, a mi me lo hicisteis” Mt 25,40.
      Muchas gracias, Miguel.
      Recibe mis más cordiales saludos.
      José Candelario.

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