RECORDANDO EL VERANO DEL AÑO 2019 EN TORRENUEVA COSTA.


    Durante muchos años he pasado unos días de descanso durante el verano en nuestra casa de San Tito Brandsma, en Torrenueva Costa (Granada). 

    El verano del 2019 fue el último que pasé en este pueblecito.

Torrenueva Costa es un pueblo pequeño de la costa granadina. Es un pueblo tranquilo, ideal para descansar unos días junto al mar.

La novedad deTorrenueva con la que me he encontrado  este  verano de 2019 es, que ha dejado de ser una pedanía de Motril y se ha convertido en un pueblo, con identidad propia, desde el nueve de octubre de 2018. Desde entonces, su nuevo nombre es Torrenueva Costa.

Como la mayoría de los pueblos costeros de España, Torrenueva Costa venera con gran devoción a la Virgen del Carmen. Además de ser la titular de la Parroquia, es también la patrona del pueblo. La sacan por el mar el 1 de julio y el 16 de dicho mes; la festejan con Misa solemne y procesión por las calles del pueblo. La plaza en donde está ubicada la Iglesia lleva el nombre de San Juan de la Cruz.

Casi todos los veranos, después de las fiestas del Carmen, solía pasar  yo, dos semanas en Torrenueva Costa  con algunos compañeros. El verano del año 2019 pasé dos semanas en nuestra casa de San Tito Brandsma,  con tres  Religiosos de avanzada edad: el P. José Ruiz Romero con 83 años, el P. Juan Luna Santos con 82 y el que esto suscribe, P. José Peralbo Ranchal con 80.

Tras las fiestas del Carmen aun quedaban vestigios de los adornos con los que habían embellecido el pueblo: farolas adornadas, plaza de la iglesia con una gran sombrilla, la Virgen del Carmen, todavía en andas, etc.

La primera semana tuvimos la suerte de encontrar el mar en calma. El agua avanzaba tranquila y rizada, con un color azul que a mí me recordaba la playa de Santa Marta en Colombia. Aunque había días en los que, gran parte del color del agua era verde oscuro por unos sitios y verde claro por otros, como los colores del mar de la guajira colombiana. Disfrutábamos bañándonos en esta playa de aguas tranquilas y confortables.

El P. Juan Luna nos contaba que él rezaba el rosario mientras nadaba y usaba unos chinatillos como cuentas del rosario

Justamente, al comienzo de la segunda semana de nuestra estancia en Torrenueva Costa, apareció el mar alborotado. Avanzaban las olas como una manada de toros bravos, echando espumarajos por doquier, hasta llegar a la  orilla del mar dibujando suavemente los flecos blancos de una mantilla española a la hora de bailar.

Tres días duró este aspecto del mar bravio. Tres días en los que disfrutamos contemplando un mar alborotado y aguijoneado por la fuerza del viento que le empujaba a elevar la cresta de sus olas a dimensiones insospechadas. Tres días de meditación, de recreación  viendo el mar en su largo caminar, hasta que un día le diga su dueño: ¡basta ya! …

Entonces aparecerán cielos nuevos y tierra nueva, y su contemplación será de una belleza inimaginable, por toda la eternidad. Entonces podremos decir con el poeta y místico, Juan de la Cruz: “Que ya sólo en amar es mi ejercicio”.

El paso de los días

Durante el tiempo transcurrido en Torrenueva Costa,  hemos convivido, de mutuo acuerdo, con un horario flexible con respecto al rezo, las comidas y los paseos por el pueblo.

El P. Juan llegó con el firme propósito de llevar a cabo un plan de comidas, a base de muchas verduras, con el fin de adelgazar. Así lo hizo y perdió algunos kilillos.

El P. José Ruiz y yo hacíamos nuestras comidas normales y también nos fue muy bien.

Tanto en la casa como en los paseos, hablábamos de todos los temas. Dada nuestra edad, se notaba la falta de neuronas y el consiguiente olvido de recuerdos pasados. Tras un tiempo de silencio nos venía a la memoria la palabra deseada con la que queríamos expresar el acontecimiento olvidado.

Personalmente yo disfrutaba viendo amanecer el día desde mi ventana. A primeras horas de la mañana, muchos hombres y mujeres, cada cual con su ritmo  y su pareja y también en solitario,  paseaban por el  paseo marítimo.

Antes de que amaneciera el día se oía el ruido de un gran camión limpiando la arena de la playa. De inmediato aparecían ciertas aves picoteando, en la arena, algunos restos de comida.

Me resultaba gracioso y divertido contemplar el distinto caminar de estas aves:

-las gaviotas avanzaban solemnemente y con imperio,

- las palomas, con destreza y sin miedo.

-los gorriones, saltando, picoteando y mirando a todos lados.

Realmente esto era un espectáculo.

Este pueblo de Torrenueva Costa va progresando a medida que pasan los años. Tiene unas playas muy limpias, la gente es amable y el ambiente del pueblo es pacífico.

Con la puesta del sol comienzan a recogerse los bañistas, se inician los paseos familiares, se llenan las heladerías de gente, suena el último toque de campana para la Misa de las nueve de la tarde y, al mismo tiempo, se oye la bocina del tren turístico de los niños que, junto con sus padres o abuelos dan una vuelta por el pueblo con el típico ruido y algazara de los pequeños.

Nosotros también paseábamos durante un tiempo, en animada conversación, hasta la hora de la cena. Tras la cena, un poco de televisión y a dormir.

Durante dos semanas hemos convivido, hemos cambiado de aires y hemos descansado. Ahora toca volver, cada cual a su casa y seguir el ritmo de su comunidad.

Recuerdo que, en los años pasados, mi ilusión era bañarme todos los días. Me entristecía cuando el mar aparecía bravío y no me podía bañar.

Sin embargo, el verano del año 2016, cambié de  opinión. Mirando un largo tiempo al mar embravecido, pensé: ¡Qué fantástico espectáculo! ¡cuánta belleza! Quedé ensimismado contemplándolo. Y fruto de aquel encuentro con el mar, son los versos que compuse tras mirar.


A CONTINUACIÓN TRANSCRIBO ALGUNAS DE AQUELLAS VIVENCIAS DE UNA FORMA POÉTICA.





 TIEMPO DE ESTÍO EN TORRENUEVA COSTA

Cuando por la mañana me levanto,

contemplo el universo,

lleno de encanto.

Un mundo fascinante,

me envuelve alrededor:


El sol naciendo

y el mar, gruñendo.

Las aves, volando,

a gran velocidad,

tratan de alimentarse 

de algún que otro insecto

 con gritos de ansiedad.

 

Las gaviotas realizan

el mismo juego que las aves

con los peces que asoman

sobre el nivel del mar.

 

Aves que van y vienen,

piando a los cuatro vientos,

su ardiente amor.

Un mundo fascinante de colores,

me envuelve alrededor.

Alegrándolo todo,

las ocultas vibraciones,

música del universo.

Y susurrando al oído,

el trino repetido

de un pájaro cantor.

 

José Candelario Peralbo Ranchal 

Torrenueva, 22 de agosto de 2019

  

MAR EMBRAVECIDA


La mar avanza con imperio

rizando el agua.

A su paso dibuja

bancales de colores,

azul y malva.

 

Oh mar embravecida,

deleite de miradas,

El canto de tus olas

arrulla al alma.


¡Oh surcos transversales

de aguas blancas,

que llegan a la orilla

en tromba derramada.

 

Oh mar embravecida,

inspiración amada,

del pintor que contempla

sus cabalgatas.

 

Déjate seducir por su mirada,

plasmada de impresiones,

en el lienzo del alma.

 

José Candelario Peralbo Ranchal. 

Torrenueva Costa, 30-VII-2016

 

 

LUNA LLENA

(Recordando a Fray Francisco Cañete)


                                                 El veinticinco de junio

del año dos mil veintiuno,

contemplé, en el horizonte,

a través de mi ventana,

la luna llena más grande

que haya visto en toda España.

Y me vino a la memoria

el dicho de fray Francisco,

cuando vio la luna llena,

en el pueblo de su mama:

¡Mamá, qué luna tan grande

tiene este pueblo tan chico!

Y su mamá, sonriendo,

se estremeció al oírlo.

Lo apretó entre sus brazos

y le dio un beso a su niño.

José Candelario Peralbo Ranchal

Madrid, 13 de julio de 2021


 

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