EL PRIVILEGIO SABATINO
En el pueblo cristiano, entre los devotos de la Virgen del Carmen, es bien conocido el llamado “privilegio sabatino”, que sostiene que los que vistieron piadosamente el Escapulario del Carmen durante su vida, saldrán del Purgatorio el primer sábado después de su muerte. En el presente artículo intentaremos recorrer el contenido histórico y doctrinal de este aspecto mariano de la espiritualidad carmelita. Para ello se hace necesaria una distinción obligatoria entre lo que fue la “Bula sabatina” (una falsificación del siglo XV) y lo que es el “privilegio sabatino” (una doctrina conforme con la teología católica). Pero, previamente, hablaremos con brevedad sobre la verdad dogmática del Purgatorio por la relación que, como hemos apuntado, éste tiene con el Escapulario del Carmen.
EL PURGATORIO
La fe cristiana enseña que “está establecido que todos han de morir una sola vez y después vendrá el juicio” (Hb 9,27). Y que “los que hicieron el bien resucitarán para tener vida, pero los que hicieron el mal resucitarán para ser condenados” (Jn 5,29). De manera que los que fueron buenos “oirán una gran voz del Cielo que les dirá: Subid acá. Y subirán al Cielo” (cf. Ap 11,12). Y, en cambio, los que fueron malos, escucharán: “Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno que ha sido preparado para el diablo y sus ángeles” (Mt 25,41). Tanto el Cielo como el Infierno son para siempre.
Sin embargo habrá algunos que no hayan sido tan buenos como para merecer el Cielo, pero tampoco tan malos como para merecer el Infierno. Y como en el Cielo “no puede entrar nada manchado” (cf Ap 21,27), la Biblia enseña que éstos irán a un lugar que no es eterno, sino temporal, para allí purificarse de sus pecados y así después poder entrar en el Cielo. Ese lugar ha sido denominado “Purgatorio” porque es donde se “purgan” los pecados. Por eso decía Cristo que hay pecados que no se perdonan en este mundo, sino en el otro (cf Mt 12,32), y que “no saldrás de allí hasta que hayas pagado el último céntimo” (Mt 5,26). Es decir, que el que está en el Purgatorio al final “se salvará pero no sin pasar por el fuego” (1Cor 3,15).
Nosotros podemos ayudar a que los que están en el Purgatorio salgan lo antes posible por medio de nuestras oraciones. Así lo hizo Judas Macabeo cuando tras “recoger los cadáveres de los caídos en el combate, para enterrarlos junto a sus parientes en los sepulcros familiares (…) hicieron una oración para pedir a Dios que perdonara por completo el pecado que habían cometido” (2Mac 12,39.42). “Después recogió unas dos mil monedas de plata y las envió a Jerusalén, para que se ofreciera un sacrificio por el pecado. Hizo una acción noble y justa (…) Como tenía en cuenta que a los que morían piadosamente los aguardaba una gran recompensa, su intención era santa y piadosa. Por esto hizo ofrecer ese sacrificio por los muertos, para que Dios les perdonara su pecado” (2Mac 12,43.45). Y también San Pablo cuando ora a Dios por el eterno descanso de su amigo difunto: “Que el Señor tenga misericordia de la familia de Onesíforo; él me trajo alivio muchas veces y no se avergonzó de que yo estuviera preso. Al contrario, en cuanto llegó a Roma comenzó a buscarme sin descanso, hasta que me encontró. Que el Señor le conceda encontrar su misericordia en aquel día” (2Tim 1,16-18).
LA “BULA SABATINA”
En 1430 apareció un documento que sería conocido como la “Bula Sabatina”. Dicho escrito se presentaba como un texto redactado por el Papa Juan XXII con fecha del 3 de marzo de 1322 (teóricamente se cumplirían ahora setecientos años). Allí se refería a que el Pontífice había tenido una visión de la Virgen en la que Ella le prometía la ayuda contra sus adversarios y que sería elegido Papa, si él favorecía a los carmelitas. Además la Virgen aseguraba que los que en vida hubiesen vestido el Escapulario saldrían del Purgatorio el primer sábado después de su muerte. Presentamos a continuación la parte principal de este documento:
“Juan, Obispo, siervo de los siervos de Dios: A todos y a cada uno de los fieles cristianos presentes y por venir, que vean estas letras, salud y bendición apostólica (…) Orando así de rodillas, se me apareció la Virgen Carmelita, la cual me habló en estos términos: ‘¡Oh Juan, oh Juan, Vicario de mi amado Hijo! Así como yo te libré de tu adversario, y por un favor señalado te hago Papa, gracia que he alcanzado de mi Hijo dulcísimo, así tú debes conceder gracia y amplia confirmación a mi santa y devota Orden de Carmelitas, comenzada en el Monte Carmelo por Elías y Eliseo, y como Vicario de mi Hijo debes confirmar en la tierra lo que Él ha determinado en el Cielo: Que cualquiera que profese, observe y guarde inviolablemente la Regla de mi siervo Alberto, Patriarca, aprobada por mi amado hijo Inocencio, y persevere en santa obediencia, pobreza y castidad, o entrare en esta santa Religión llevando la insignia del Santo Hábito [el Escapulario], llamándose hermanos de mi Orden ya dicha, que desde el día que entraren sean libres y absueltos de la tercera parte de sus pecados; si en la viudez prometen continencia, si en el celibato guardan castidad virginal, si en el matrimonio conservan inviolablemente la fidelidad conyugal, como la Santa Madre Iglesia lo manda. Que los hermanos profesos de dicha Orden sean absueltos de culpa y pena, y el día que estos salgan de este mundo y vayan apresurados al Purgatorio, Yo, su Madre de gracia, bajaré a él el sábado después de su muerte y libraré a cuantos allí hallare, y los llevaré al Monte Santo de la Vida Eterna’ (…) Por tanto, a ninguno le sea lícito el irritar o con temeraria osadía contravenir a esta Bula de nuestra indulgencia o estatuto de ordenación, confirmación y aprobación de esta sagrada Orden; y si alguno temerariamente intentare hacerlo, sepa que ha incurrido en la indignación de Dios Todopoderoso y de los Bienaventurados Apóstoles San Pedro y San Pablo. Dado en Avignon, a 3 de Marzo de 1322”.
Este es el texto. Sin embargo, dicha visión a Juan XXII nunca sucedió, puesto que él, antes y después de ser Papa negó –como teólogo particular- la existencia del Purgatorio, aunque se retractó poco antes de morir aceptando la doctrina católica. Y, además, no existe ningún registro original de este documento en los archivos pontificios, porque se sabe que la “Bula Sabatina” fue una falsificación efectuada en Sicilia en el siglo XV.
EL PRIVILEGIO SABATINO
En el Capítulo General de los Carmelitas de 1517 se estableció que se dieran los pasos para conseguir la aprobación oficial de una bula por parte de la Santa Sede que confirmara el “privilegio sabatino”. Lo que motivó a tomar esta decisión fue que no se encontraba mención alguna de la “Bula Sabatina” en un documento pontificio llamado Mare magnum (1446 y 1477) que contenía todas las indulgencias que los Papas habían concedido a la Orden del Carmen.
El P. General, Nicolás Audet, se presentó en la Santa Sede para solicitar la confirmación del “privilegio sabatino”. En 1530 consiguió del Papa Clemente VII la bula Ex Clementi que “renueva y confirma” el “privilegio sabatino”, afirmando que la Virgen ayudará a todos los que hayan vestido el Escapulario con sus ruegos y una especial protección después de su muerte. Como este escrito no hacía mención del “sábado”, posteriormente se pidió otra bula al Papa Paulo III (Provisionis nostrae, 1530), y luego otra a Pío IV (Cum nobis, 1561).
Pero como ninguna de estas bulas hablaba del sábado, el Capítulo General de 1564 establece otra vez que se pida nuevamente a la Santa Sede la confirmación del “privilegio”. Por ello, en 1566 el Papa Pío V publica el motu proprio Superna dispositione, donde confirmaba los privilegios, indulgencias y gracias concedidas por la Iglesia a la Orden del Carmen, “también el sabatino”. Y, tras las nuevas normas sobre las indulgencias emanadas por el Concilio de Trento, será Gregorio XIII quien con el breve Ut laudes (1577) confirme de nuevo todas las indulgencias, gracias y privilegios anteriores, entre los que se incluye el “privilegio sabatino”, pero precisando que la ayuda de la Virgen ocurre “el sábado después de su muerte, con su continua protección, misericordiosos ruegos, méritos y especial protección”.
A partir de ese momento, el “privilegio sabatino”, siempre aparecerá ya incluido en el Índice de las indulgencias aprobadas por la Iglesia. Así lo vemos, por ejemplo, en el publicado por Inocencio XI en 1678, o en el de Pío X en 1910. Y el Papa Pío XII, en 1950, en la conocida carta apostólica Neminem profecto latet, dice: “Ni la piadosísima Madre dejará de intervenir para que sus hijos detenidos en el Purgatorio por su faltas alcancen lo más pronto posible la patria celeste, por su intercesión, según el tan conocido ‘privilegio sabatino’ transmitido por la tradición”.
CONCLUSIÓN
En conclusión hemos visto que si bien la llamada “Bula Sabatina” fue una falsificación del siglo XV, en cambio el contenido del conocido “privilegio sabatino” es una doctrina que está en consonancia con el magisterio pontificio y la teología de la Iglesia. De hecho, entran aquí en juego la doctrina de la maternidad espiritual de la Virgen y la de la mediación mariana: La Santísima Virgen hará todo lo posible por ayudar a sus hijos, no solamente en esta vida, sino también después de la muerte a todos aquellos que se encuentren detenidos en el Purgatorio. Y, por otro lado, la devoción al Escapulario del Carmen, alienta al creyente a la confianza en la intercesión y protección de María, para así llegar finalmente a estar con Cristo en la patria celestial.
D. Romuald Ponts Soler
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